No es necesario comer el panecillo venenoso llamado China.

¿Existe una vida que no puedas vivir sin comer un panecillo venenoso llamado China?
13 de enero de 2021
Anoche estaba viendo Nikkei News 10 después de bañarme.
Es difícil encontrar un programa tan repugnante.
Pensé que era un espectáculo de alabanza hacia China por parte de tres personas, incluido el anfitrión, que habían comido el panecillo venenoso al vapor llamado "China".
¿Existe realmente una vida que no puedas vivir sin comer el panecillo al vapor venenoso llamado China?
¿Por qué los Keidanren, los Nikkei y los Nikkai no piensan en ello?
¿Qué clase de vida hay si no puedes vivir sin hacerte amigo de esas personas?
Si para hacer negocios hay que hacer negocios con dictaduras comunistas de partido único, ¿por qué no dejar de hacerlo?
¿Cuál es el punto de tal negocio?
Supongamos que Toyota se dedica a ayudar a los enemigos de la libertad, uno de los peores opresores en la historia de la humanidad. En ese caso los fabricantes japoneses no son nada buenos, ¿verdad?
Llevo mucho tiempo diciéndole a la gente que Toyota es el mejor coche del mundo.
Últimamente no tengo ganas.

No soy excepcional, pero nunca en mi vida he hecho negocios con China, ni era necesario hacerlo.
Tuve una relación cercana con un chino de ultramar en el sudeste asiático durante un tiempo a través de un amigo que era cliente de nuestra empresa, pero eso fue todo y nunca he hecho negocios con ellos.

En primer lugar, como saben los lectores, he decidido no visitar China y Corea como mi forma de vida, y lo haré hasta que muera.
¿Qué tiene de interesante ir a estos dos países siendo japonés?
Cuando comencé a dirigir mi empresa, había un hijo de una familia adinerada con quien tenía una relación cercana.
Era un hombre de muy buen carácter y lo amaba.
Fue en un momento en que Corea vendía el turismo Keesen.
También lo comercializaba una importante agencia de viajes de Japón.
Una vez me dijo, conociera o no mi filosofía: "Corea es atractiva. Vayamos juntos".
Dijo: "Hay seis impostas con agujeros alineadas en la sala de tatami, y de ellas sobresalen las nalgas de una mujer..."
Suena como "dejar salir al gato de la bolsa", pero es una historia real.